|
Desde tiempos prehistóricos el árbol ha formado parte de la mitología. Todas las generaciones han venerado su imagen y en cada una de estas civilizaciones ha formado parte importante de sus tradiciones, de su cultura y de su historia. Los cultos sagrados siempre tuvieron a los árboles como seres sobrenaturales, morada de espíritus de la vegetación. Por eso todas las civilizaciones han tenido un árbol mito, por ejemplo, los nórdicos el abedul, los galos el roble, y los germanos el tilo. Los árboles son historias vivas, podemos leer en ellos parte de nuestros recuerdos. Los árboles nos hablan de nosotros, de nuestras vidas, de nuestras emociones, de nuestros sentimientos o incluso de la historia de nuestros antepasados. En cada lugar, en cada rincón constituyen un registro fiable tanto de condiciones ambientales como de relaciones humanas. También constituyen una fuente y reserva de recursos genéticos muy valiosa, ya que se trata de árboles que han demostrado capacidad para sobrevivir a lo largo de mucho tiempo frente a condiciones adversas y muy cambiantes. Son un valor activo, producto de un largo y lento sobrevivir a oscilaciones climáticas, a generaciones de humanos con distintas culturas y formas de hacer. Creemos que este tesoro hay que conocerlo para apreciarlo y conservarlo. Por ello, consideramos que la divulgación del conocimiento sobre los árboles singulares de una comunidad, provincia o localidad, contribuye a afianzar la sensibilidad ambiental de los ciudadanos por el resto de los árboles, los bosques y la naturaleza en general, un sentimiento cada vez más valorado. Nuestra es pues la responsabilidad de proteger lo mucho o poco que todavía nos queda. De valorar, desde su conocimiento, estos tesoros vivos. Y de que nuestros hijos los amen y respeten.
|