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El trabajo de Carmen Hernández pretende aportar datos y materiales acerca de los caracteres básicos que definían la tipología de las construcciones en la comarca albacetense del Campo de Montiel en el siglo XVIII: El Bonillo se ha convertido en su principal laboratorio de observación. Pero no trata sólo de hacer un recorrido descriptivo de las variantes morfológicas de la arquitectura popular y del espacio doméstico. Lejos de adoptar una óptica superficial, su intención es más profunda e intenta aproximarnos también a las razones que explican el fenómeno en su contexto histórico. Las viviendas y sus espacios interiores son algunos de los mejores testimonios de la historia y una de sus manifestaciones sociales y culturales más significativas. Por ello, su intención es construir una especie de fresco de la sociedad en el territorio y en el tiempo elegido donde el espacio, la casa, es contemplada como un interrogante, como un objeto problematizado.
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