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Se desarrolla en este volumen un importante trabajo de Enrique Máximo que rescata del olvido a todo un linaje de constructores de órganos que se radicó aquí, en Almansa, desde principios del siglo XVIII y a los que se deben, entre otros, el órgano histórico de Liétor –famoso por los ciclos de conciertos que cada primavera patrocina Cultural Albacete-, pero que también fueron los artífices del añorado órgano que llenaba con sus acordes nuestra Iglesia arciprestal.
La memoria colectiva almanseña recuerda con un halo de nostalgia a Máximo Parra que, junto a su mujer, Belén Cuenca, suplieron con su dedicación a la música y a la formación de alumnos, las tareas que hoy se desarrollan en nuestro conservatorio.
Por aquellos años nace la sociedad Unión Musical que, si bien se constituyó en 1929, es la heredera de otras agrupaciones musicales que hunden sus raíces en el siglo XIX. Esta parte de nuestra historia es la labor que ha desarrollado Miguel Juan Pereda Hernández.
En torno a 1925, la música adquirió un importante protagonismo social. Es, entonces, -en el marco de las fiestas de mayo-, cuando comenzó su relación con Almansa, uno de esos singulares personajes que tienen su nombre inscrito en la historia de la música española y que no es otro que Pascual Marquina que, al frente de su Banda de Ingenieros recorrió España durante décadas pero que siempre tenía en Almansa una de sus citas obligadas. Pascual Marquina famoso por sus pasodobles dedicó, tal vez el más famoso de todos: “España Cañí” a su amigo almanseño José López de la Osa, de profesión patronista y apodado “cañí”.
El libro se completa con referencias biográficas al tenor Jerónimo Meseguer y a otros músicos almanseños como Lázaro Núñez Robres y Luis Arnedo Muñoz, compositores que desarrollaron interesantes carreras musicales en Madrid. A continuación se muestran los enlaces a los documentos.
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