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Este trabajo analiza cómo un municipio tradicional, Yeste, básicamente rural, muy mal comunicado, con gran dispersión de población, lo cual permitía un mayor arraigo del tradicionalismo, fue capaz de romper estas amarras y generar durante la II República una modernización política y social, reflejada en una movilización de masas en el ámbito político y sindical que contrastaba con la apatía y docilidad manifestada en la etapa anterior bajo el dominio de la familia caciquil de los Alfaro. También se aprecia en dicho periodo que otros hábitos se modificaron lentamente, como la madurez política, las corruptelas electorales y la influencia del cacique con sus relaciones clientelares.
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