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Las actas capitulares son los documentos más representativos de la gestión y administración de los concejos medievales castellanos. Eran expedidas por los órganos de gobierno locales y en ellas se recogen las decisiones y actuaciones de los cargos concejiles de la época de los plenos que celebraban. Tenían una periodicidad semanal, aunque se celebraban todas aquellas que fuesen necesarias, incluso varias en un mismo día; produciendo por lo tanto más de un acta en un mismo día. Son una fuente inestimable para la reconstrucción de los diversos aspectos de la vida de cualquier municipio. Las resoluciones del cabildo que contienen brindan información sobre economía y gestión, además de poder esbozar la organización social de la ciudad. Las actas capitulares tienen una estructura uniforme con un encabezamiento que contiene, entre otros componentes, la data crónica y a veces la data tópica del lugar concreto donde se celebraba la sesión del concejo productora del acta. Seguidamente, se desplegaba el cuerpo del acta, que era la parte más extensa, y es la que recoge todos los acuerdos y disposiciones del Concejo para concluir con el refrendo que añadía las firmas y rúbricas de la totalidad de la corporación municipal o, en su defecto, al menos del escribano y de quien hubiese presidido la sesión del Concejo.
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