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Concluida la Primera Guerra Mundial, y al calor de los movimientos y de los Gobiernos de "Unión Nacional" a los que había empujado la contienda, en los países industrializados o en proceso de industrialización, muchos comenzaron a comprender que la negociación colectiva y la concertación entre los trabajadores y los empresarios organizados eran más favorables para todos que la "guerra sin cuartel" a que había dado lugar el (des)orden liberal y la consiguiente respuesta obrera. Había que ir a nuevos modelos de sociedad y de organización de las relaciones laborales. Todas las propuestas coincidían en ordenar la vida socioeconómica, y en hacerlo a partir de aquellas asociaciones profesionales o sindicales que el propio discurrir de los acontecimientos había llevado al primer plano desde fines del siglo XIX.
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