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En 1680 la villa de Albacete aglutinaba a cerca de 2.500 personas en el casco urbano, y no más de 3.000 si añadimos las aldeas y caserías, a pesar de ser una de las localidades más importantes del corregimiento de Chinchilla. Un casco urbano con un gran número de jornaleros y mozos sirvientes de labor y pastoreo, y con un artesanado concentrado en torno a la Calle Mayor y la Calle Zapateros. En 1830 la situación había cambiado. El conjunto de la población albergaba a más de 10.000 personas, y una fuerte burguesía comercial fue ocupando las calles principales, desplazando a las familias de artesanos, cada vez más débiles. El siglo XVIII fue un periodo clave en la villa de Albacete. En ese momento se pusieron las bases sociales, económicas y políticas que favorecieron la elección de esta población como capital de una nueva provincia. Fue sin duda un punto de inflexión clave en la historia local albacetense, pues desde entonces no ha dejado de experimentar un importante crecimiento demográfico, urbano y comercial.
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