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Un episodio histórico de la trascendencia como el que tuvo el levantamiento antinapoleónico, no se puede explicar en la tierra de Jorquera solamente bajo el arquetipo del patriotismo, puesto que en él influyeron importantes aspiraciones que venían abriéndose paso desde muchas décadas antes y siempre habían tenido la negativa por respuesta.
Desde las últimas décadas de la centuria dieciocho, los enfrentamientos de los pueblos de la circunscripción con la villa habían ido creciendo. El descontento estaba ocasionado por la negativa a que les fuera reconocido un territorio propio y, consecuentemente, que a cada una de aquellas demarcaciones se les dotase de la jurisdicción ordinaria, ya que todo el término era un suelo común e indivisible, cuya capital era Jorquera (aunque Alcalá del Río Júcar era villa sobre sí, en realidad su gobierno estaba también supeditado
a la autoridad de la villa matriz), gobernado por los alcaldes mayores que nombraban los titulares de la casa de Villena. Aquel rechazo, por tanto, debe interpretarse tanto como un intento de conseguir su autonomía, como su repugnancia a seguir sujetos a la dependencia señorial.
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